viernes, 9 de abril de 2010

Revolución Francesa III

El terror avanza
Así fue como la Revolución siguió abriéndose paso. No sin encontrar dificultades. Enemigos internos y externos que ansiaban sacar partida de la situación, o recobrar antiguos privilegios conspiraban para retornar al status anterior.
Robespierre y los jacobinos habían emprendido un camino sin marcha atrás luego de la ejecución del Rey. Entre algunas de las marcas características y más pintorezcas de este período está la creación al "Culto a la Razón"; una especie de religión cívica que pretendía ir reemplazando la dominante fé católica por una veneración a la "Diosa Razón", con su propio canlendario litúrgico, celebraciones, rituales y procesiones.
Este tipo de extremismos, sumado al uso y abuso de la "guillotina" esa forma de ejecución "democrática" (antes los nobles morían por la espada y los plebeyos en la horca) que ajusticiaba a todos por igual había entrado en un remolino que absorvía todo lo que estaba a su alrededor. Incluso, al mismo Robespierre.
Era evidente que se requería una reforma. La gente estaba harta de ver correr tanta sangre y violencia y comenzaba a pensar en un sistema de mayor orden. Es en esas circunstancias en la que los generales, famosos por sus camapañas en el exterior comienzan a tener mayor relevancia. Especialmente Napoleón Bonaparte, que parece estar coronado de laureles luego de su aparentemente magnífica campaña a Egipto (lo cual resultó ser un fraude militar).

Napoleón Bonaparte, Primer Cónsul.
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado, junto a otros dos hombres: Sieyès y Ducos hasta el 12 de diciembre de 1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo hasta 1804, cuando Napoleón fue coronado Emperador de los Franceses.

Hasta aquí doy por terminado los episodios emblemáticos de la Revolución Francesa. Aunque la misma continúa, quizás hasta 1848, está bien por el momento. Saludos! Espero comentarios!

No hay comentarios: